Lo monstruoso está emparentado con lo sublime. Trae consigo un terror propio de lo inteligible, de aquello que se sale de los límites de lo hasta entonces imaginado. Al monstruo -respecto a ser monstruoso, a entidad con atributo monstruo- hoy se le ha dado una estética, se le ha encerrado en criterios y se ha vuelto diseñable. Es cognoscible, limitable. La ficción y el internet han domesticado el imaginario del terror, ha vuelto reales a los monstruos en cuanto los ha vuelto imaginables. El gore y el horror han devenido palabras y por tanto su monstruosidad es dudable en nuestra época.

Monstruo proviene del latín monstrum. Alude a un fenómeno extraordinario, sobrenatural en cuanto se opone a esta. Un ente -entendido como que es, que existe- cuya existencia era asociada con un mensaje de los dioses “Ej: hombre de dos cabezas). Aunque las fuentes discrepan respecto a su raíz; por un lado, está monstrare, que significa mostrar, y por el otro está monere, que significa avisar o advertir.

Por otra parte, está el término creatura/criatura. Este proviene del verbo del latín creare, el cual tiene dos interpretaciones que vienen al caso. En primer lugar, está crianza, significado que convierte a creatura en sinónimo de infante o de un ser -o cosa- criado. Por otra parte, está el sentido de creare que alude a crear. Creatura es una entidad o cosa creada -en su origen europeo del siglo XI, por Dios- por una divinidad. Esto nos deja con sentido general de creatura como 1) una entidad -ente con cualidad de ser- creada por otra y 2) una entidad que ha tenido acompañamiento por otra en sus estadios iniciales.

Con la terminología aquí exhibida, presento ahora la idea del proceso de creación como una entidad que oscila entre creatura(s) monstruosa(s) y monstruo(s) creado(s)/criado(s); una entidad poseedora de carácter, creada y criada por el artista, la cual adquiere su monstruosidad en cuanto posee una gramática propia y por tanto elude la completa asimilación en la dimensión del lenguaje oral. Un ente que habita sensibilidades sin palabra propia. La obra de arte como un mensajero de lo indecible.
Murmullos
-Con un pseudo-orden-
Consideraciones sobre el proceso de creación
No me atrevo a decir "el artista es" o "el artista debere ser" porque ni si siquiera se si yo misma soy artista o si lo que hago es arte. ¿Soy artista si lo que hago es arte? ¿O mi creación es arte cuando soy artista? Me inclino por creer que mis creaturas estan construidas bajo unas lógicas operativas própias de las cuales ellas cosntruyen sus propias gramáticas que resuenan con quienes entran en diálogo con ellas.


¿Es arte?¿Soy artista? Quiero creer que ese es el caso, pero quien sabe. En este punto del camino la seguridad para afirmarme como sujeto hacedor de arte parece distante, y lo único seguro es que yo soy y que ellas son. En medio de la incertidumbre encuentro resguardo y me enraizo en la posibilidad de latencia artística. Que mis creaciones crescan en lo que tenga que crecer y hacia donde tengan que ir. Que en mi intervención ellas tambien me intervengan, y quiza algún día devengamos arte y artista.
Consideraciones sobre arte y artista
Escribir en primera persona me hace tragar en seco, tensar mis hombros y querer escapar de donde esté. ¿Por qué será?

Lo último que he concluido es que esta reacción es la versión escrita del sentimiento invasivo que invade mi ser al hablar de lo mío, de mi misma; mi pecho se constriñe, no puedo respirar. Mi voz tiembla, como tratandop de ahogar las palabras que no quiero que existan fuera de mi y mis ojos se humedecen sin mi consentimiento o comprensión. ¿Es tristeza? ¿Frustración? ¿Ira? ¿Impotencia? Es malestar general y desdeño hacia el mundo receptor, el mensaje temido y la incopetencia del yo-emisor. Miedo a existir en el instante. Dolor por no comunicar con éxito. Generación de indecibles.

Y es precisamente ese malestar la que me ha acompañado a mi y a mi proceso de creación a lo largo del tiempo, incluso antes de mi paso por ésta escuela de arte plásticas. El tallo desde el que empesó a crecer fué una preocupación por el problema de la la comunicación y la identidad. De comprenderme lmi relación con el mundo con espranzas quizas ingenuas de algún día encontrar, si no una forma con la cual poder hablar de mi sin miedos indecibles, almenos sí la extraña tranquilidad de entender porque dicha reacción ocurre. Entender el proceso, hablar con lo innombrable, reconocer al monstruo.

Y es en el transcurso del proceso que encuentro dos nociones desde las cuales me he aproximado a entender mi acto de creación: la idea de una "gramática" de la obra y la noción de una "lógica operatíva" del artista. La primera consiste en un conjunto de pseudo-normas de lectura y escritura. La segunda las máximas del creador que dan origen y sentido a dichas no-reglas. EL proceso de creación significa, para mi, un encuentro entre sistemas de recepción, analisis y comprensión de un mensaje, de una realidad.

Deviene el


Consideraciones sobre el (mi?) camino